Los amaneceres matutinos no permiten ver el claro color del
cielo cuando el sol apenas inicia su recorrido por el horizonte, despertar y en
los pasos escribir la memoria del territorio, que no bastan sólo los ojos para
comprender que hemos visto y vivido la transformación de los lugares, los seres
humanos ocupamos el espacio y con ellos llegan sus ideas y estructuras que se
ven en las intervenciones físicas que producen en la expresión eco sistémica, caminamos
por la vida, por la educación por el medo ambiente por conocer y reconocer el
territorio, porque tenemos pies y porque nos gusta caminar y hoy en especial
debo reconocer que a veces pequeños y sencillos detalles del acontecer
cotidiano se convierten en el resultado novedoso de la perseverancia de los que
sueñan.
He recorrido las montañas al sur del valle del Aburra pero
al norte todavía es para mi una polaridad misteriosa donde se asientan algunas
de las raíces de mis orígenes y a la que he llegado por contar con la suerte de
familiarizarme con personas que se pueden considerar amigos, la partida temprano
hacia la vereda el Zarzal aún llena de expectativas se superaron un poco de la
curiosidad de dar con alguno de esos hermosos y diversos rincones que nuestra
topografía ha modelado con el paso del
tiempo y del agua y que abre las puertas a diversas reflexiones.
Retornó a una recurrente pregunta, ¿cómo se fortalece una
cultura ambiental? en tiempos donde la sociedad a veces parece caer en una
crisis existencial, y digo crisis existencial por la necesidad de pensarnos
como agentes que trasforman el entorno, pero el día de hoy tengo luces para
comenzar a construir algunos argumentos. La práctica de la responsabilidad social
ambiental es un buen comienzo dentro de la reflexión, porque un sujeto que se
siente responsable del medio no sólo porque sea una labor altruista sino como
parte de su ejercicio vital en el habitar puede consolidar unas visiones más
amplias de las consideraciones sociales.
Al recorrer los caminos veredales de las cercanías del valle
de aburra no se deja de sentir una infantil nostalgia de un momento vital que
recrea algunos recuerdos de jóvenes travesías, ¡como cambia el campo! desde los
trasportes hasta las personas, como se modifican las visiones y como se amplía
la noción vital del territorio, en un ejercicio de que aquello que parece pasar
de largo. La educación ambiental es una práctica permanente, pero esta
reflexión de cultura ambiental no solo debe ser una proyección institucional
del estado, debe responder a la necesidad que tiene cada ser humano de
interacción con sus semejantes y con su medio.
La estructura de la sociedad actual no se puede ver como una
sociedad espontanea, tiene sus antecedentes marcados en cada historia, en cada
persona, en cada lugar, en cada familia y en cada idea que ha sido materializada por los actores vitales, estos
actores se relacionan a través del lenguaje y de la compartir diversidad de
imaginarios.
Levantarse en la mañana bajar los rieles de la vereda Sabaneta del municipio de Copacabana, cerca
de donde el chivero abre sus puertas luego llegar hasta el parque y allí tomar
el otro micro hasta ese lugar llamado el descanso, allí se hizo la introducción
de la actividad de parte del presidente de la junta del acueducto de la veredal del zarzal,
mientras emprendíamos nuestros pasos trocha arriba a buscar nuestro objetivo, los
caminos variaron iniciamos en unos rieles , luego pasamos a una pequeñas
trochas, aunque el recorrido no era lo suficientemente largo en este corto
trayecto es posible percibir a simple vista las formas de poblamiento y el uso del territorio que en su mayoría estaba
constituidos por fincas de recreo algunos cultivos del pan coger, pequeñas
plantaciones de cítricos y potreros, aunque se vieron pocos semovientes.
El ascenso hasta la caída del limonar que es un cuerpo de
agua que se vierte a través de una enorme roca sobre un quiebre de la montaña
demarcando el límite natural de Copacabana. Cuenca que en la actualidad cuenta
con pocos retiros en sus laderas en las zonas pobladas en sus sectores aledaños
y que en las vertientes de su nacimiento está teniendo problemas de
contaminación química y biológica, por la acción de agrotoxicos y ganadería
extensiva, aunque la caída de agua es un hermoso espectáculo es necesario
visibilizar como los distintos aspectos afecta las comunidades los territorios
y los recursos.
Al terminar de observar la cascada y algunas personas haberse
bañado en este lugar procedimos avanzar con el resto del recorrido atravesamos
nuevamente fincas, trochas y portillos hasta llegar a la carretera y posteriormente a la escuela
del Zarzal allí habría un recibimiento con un plato de sancocho que se
constituiría en el almuerzo de los caminantes y momento antes de servir las
organizaciones de carácter comunal y ambiental hicieron sus respectivas
presentaciones.
Edison Parra Sierra, Historiador de la Universidad de Antioquia.
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